Novela: Llámame por tu nombre - André Aciman

martes, 27 de marzo de 2018

En un pueblo costero de Italia, durante la década de los ochenta, la familia de Elio instauró la tradición de recibir en verano a estudiantes o creadores jóvenes, que, a cambio de alojamiento, ayudaran al cabeza de familia, catedrático, en sus compromisos culturales.
Oliver es el elegido este verano, un joven escritor norteamericano que pronto excita la imaginación de Elio. Durante las siguientes semanas, los impulsos ocultos de obsesión y miedo, fascinación y deseo intensificarán su pasión.


Título: Llámame por tu nombre (Call me by your name)
Autor: André Aciman
Año de publicación original: 2007
Editorial: Alfaguara



Seguramente os suene Llámame por tu nombre debido a la película estrenada en cine recientemente, que incluso ha ganado un Oscar a mejor guión adaptado. Yo misma conocí la novela mediante esta vía, cuando vi el tráiler de la película antes de ser estrenada. Como llamó mi atención de forma inmediata, me propuse leer el libro antes de verla.




Llámame por tu nombre es un largo monólogo interno sobre el primer amor. Elio recuerda a su yo adolescente, lleno de la idiotez de la edad, enamorándose y descubriéndose a sí mismo en un verano italiano inolvidable, que es como uno mejor se enamora y se descubre a sí mismo.

La estructura de la novela podría hacerse complicada y tediosa, dado que nos mete de lleno en los pensamientos de Elio. Nuestro protagonista es un chico que pasa el verano con sus padres en una villa italiana al lado del mar. Su padre, un catedrático, trae todos los veranos a un estudiante a pasar las vacaciones colaborando en sus respectivos proyectos, con lo que Elio ha crecido en un rico ambiente cultural, lo cual ha hecho de él un joven excepcional, con un vasto conocimiento en música, literatura y lenguas clásicas.


Pero el alto nivel cultural de Elio no le exime de ser un adolescente con las hormonas en plena ebullición que no puede evitar sentirse atraído por el estudiante del verano que estamos leyendo, Oliver, un escritor estadounidense que revoluciona a toda la localidad. Y toda la novela trata su punto de vista, un discurso interno desordenado y caótico, no solo en la cuestión narrativa temporal, sino también  en los sentimientos contradictorios de Elio, que expresan perfectamente la ansiedad y la desesperación de un amor pasional.

Este enamoramiento y esta especie de relación se nos enmarca en un verano italiano que no hace más que acentuar la sensualidad del acercamiento entre los dos personajes. La narración oscila entre la lírica y la cursilería propias de Elio, que es un chico muy culto, pero al fin y al cabo, un chico muy joven. La preciosa narración de Aciman nos transmite perfectamente los sentimientos y pensamientos de Elio, el estado de su cabeza y su cuerpo y como siente a Oliver en cada momento. Es una narrativa muy sensorial que se vale de todos los elementos que tiene a su mano para llenar de símbolos la relación de Elio y Oliver.

Y es que el entorno veraniego se presta a intentar adivinar el estado de ánimo de la persona que te gusta a partir del color del bañador que se pone, a partir de los paseos en bicicleta, los baños en la piscina, las lecturas estivales en un patio mediterráneo. La novela se convierte en puro hedonismo, en casi una oda a la cultura mediterránea, a esa languidez vaga y sensual de una tarde calurosa, que casa perfectamente con el sinvivir en el que el amor tiene a Elio. La forma de escribir de Aciman resalta todo el entorno y los une al vaivén de emociones y contradicciones de Elio, haciendo de esta novela algo muy romántico, en el sentido más primigenio de la palabra.


En torno a nuestro protagonista tenemos también a un entramado de personajes bien construidos que dan más sentido a la historia de Elio. Desde sus padres, un matrimonio de mente abierta, cariñoso, intelectuales, que es realmente comprensivo con su hijo, pasando por Marcia, el rollete veraniego de Elio, Vimini, una joven vecina que aporta una subtrama más trascendental, hasta todo el entorno juvenil del pueblo, que pulula en el universo de Elio, y el círculo intelectual y académico en el que se mueven sus padres y el mismo Oliver. Esto último también da pie a que se puedan introducir numerosas referencias culturales que van dando forma los respectivos universos de los dos personajes principales, en cuanto a música, pintura, literatura y filosofía, lo cual acompañará a los personajes a lo largo de toda su vida. 

Lo bueno de la novela es que va más allá del verano, demostrando todas las consecuencias que tendrán el despertar sentimental y sexual de Elio, no solo para él, sino también para toda su familia e incluso para Oliver. En cierto modo y de forma sintetizada, se nos narra cómo sigue y se transforma la evolución de su relación a través de los años, y a través de estos apuntes sobre dicha relación, podemos ver la vida de ambos y el impacto o el recuerdo de aquel verano. 

El final es sencillamente memorable y pone un broche magnífico a la historia de un amor de verano que va más allá, en una novela llena de preciosismo narrativo, de poética, cultura, romanticismo y sensualidad. Tal vez no sea una novela para todos los públicos, por lo caótica y contradictoria que se puede hacer a veces, debido al hilo de los pensamientos de Elio, además de alcanzar en ocasiones lo cursi concordando perfectamente con la voz del protagonista, pero contiene escenas maravillosas y momentos sublimes que hacen de ella una novela que merece mucho la pena.


UNA OBRA DE ARTE PARA ESTE LIBRO

VISTA DE BORDIGHERA - CLAUDE MONET (1884)

Recorrido iconográfico: Leda y el cisne

lunes, 19 de marzo de 2018

¡Hola! Para este viernes os traigo un recorrido iconográfico. Hace ya bastante tiempo, en los inicios de este blog, conté que me encantaba reunir distintas versiones artísticas de un mismo episodio, porque suelen ser muy diferentes entre sí. Cada detalle cambia el significado, y cada época se vale de una misma historia para contar algo diferente, relacionado con ellos mismos. Por eso, me parece un ejercicio apasionante.

Hoy, el episodio iconográfico que traigo es el de Leda y el cisne




(Sí, Leda, como en Orphan Black)

Leda era la esposa de Tíndaro, el rey de Esparta. Era una mujer bella y hermosa, así que, obviamente, Zeus tenía que añadirla a su colección de amantes. Si no conocéis la voracidad sexual de Zeus, os invito a investigarla, porque tela marinera. A él le valía todo para procrear. Cambiaba de forma para ligar como si fuese lencería sexy. Literalmente, ahora lo veréis.


 (Si conocéis a Zeus y pensáis que lo que le hacía falta era una buena colleja, os invito a que leáis Rojo y Oro, de Iria G. Parente y Selene M. Pascual, porque ahí se las dan todas.)

El caso, tenemos a Leda, super guapa, cumpliendo deberes maritales con su marido, Tíndaro, rey de Esparta. Zeus, desde el Olimpo (esto es un total invent mío, pero me gusta imaginármelo así), se dice a si mismo que el no va a ser menos. Quiere a Leda. Pero Leda no iba a acceder a engañar a su marido con nadie, por muy dios que fuese. Pensemos... ¿De que modo consigo que la virtuosa Leda me siga el rollo?

¡Un cisne!

Zeus cuando se le enciende la bombilla

Efectivamente. Mi amigo Zeus se convierte en cisne para llegar a Leda, que se encuentra paseando a la orilla de un lago. Y Leda, no me preguntéis cómo, pues se queda embarazada de Zeus, porque imagino que con un dios no, pero ser infiel a su marido con un cisne, pues oye, no es lo mismo. 

El caso es que, a los nueve meses, Leda tiene cuatro hijos, dos niños y dos niñas. En algunas versiones, lo que Leda pone son cuatro huevos (por aquello del cisne). Pero eso no es lo mejor, no. Lo más diver es que dos hijos son de Zeus y los otros dos son de Tíndaro. Helena y Pólux (Sí, la Helena de Troya que desató una guerra porque era la mujer más bella del mundo), eran hijos del Dios y, por tanto, inmortales. Por el otro lado estaban Castor y Clitemnestra, que eran mortales, como hijos de rey.

En el arte, el episodio de Leda y el cisne ha sido muy representado. Hay tantas obras en torno al tema que creo que son inabarcables. En la antigüedad se representó poco, pero a partir del Renacimiento, el episodio coge un impulso artístico enorme, que sigue existiendo aún hoy en día. Incluso el ballet se ha interesado por este episodio.


ALEXANDER SERGEEV Y OLGA ESINA
La iconografía de Leda se ha utilizado principalmente como recurso para expresar la sensualidad de forma sutil, o directamente el erotismo de manera explícita. Hubo pocas representaciones durante la antigüedad clásica (aunque haberlas, haylas), pero cobró muchísimo impulso durante el Renacimiento, donde por lo visto pensaban que mostrar una relación sexual con un cisne era mucho más puro y menos pecaminoso que una relación sexual entre humanos. No vamos a meternos ahora en la mente de la gente renacentista, porque no fueron los únicos en pensarlo: en la actualidad, siguen surgiendo numerosas interpretaciones artísticas de Leda y el cisne.


Cerámica griega de figuras rojas - Periodo clásico tardío



Aquí vemos una representación algo cándida de la Grecia clásica, con Leda dando al cisne un beso que se nos puede antojar casto si lo relacionamos con algunas representaciones eróticas del mismo periodo o con otras obras que tratan a Leda y el cisne. De formas fluidas y de gran belleza, nos muestra a grandes rasgos el episodio central del mito.


Leda y el cisne - Leonardo da Vinci (Copia de Cesare di Cesto)



Una obra desaparecida de Leonardo que conservamos a través de bocetos, copias y réplicas. Surge al amparo de la corriente renacentista de estudio del desnudo femenino iniciada por Botticelli en El nacimiento de Venus. A los pies del cuerpo apolíneo de Leda encontramos a sus hijos, saliendo de sus huevos por pares, resumiendo todos los episodios del mito.

Leda y el cisne en el palacio de Fesch Ajaccio - Paolo Veronesse



El Renacimiento Manierista de Veronesse nos acerca más al movimiento barroco, con más movimiento, una sensualidad más voluptuosa y explicita, envuelta en una típica opulencia veneciana. Una obra maravillosa, donde el lujo en las texturas que rodean a la escena ayudan a explicar la naturaleza de la misma.


Leda y el cisne - François Boucher (1741)





El siglo XVIII nos trae representaciones tan explicitas como ésta. Encargos muy habituales para las habitaciones privadas, obras que nunca se daban a conocer ante el gran público, dado el gran escándalo que se hubiese producido de haber pasado eso. El mito se adapta a la escenografía de la época en la que se pinta y volvemos a ver la opulencia equiparándose a la sensualidad igual que en la obra de Veronesse.

Leda - Norman Lindsey (1929)




En el lado opuesto a la representación anterior tenemos este grabado de los años veinte, que se inspira claramente en los libros de grabados británicos del siglo XIX. Una dama delicadamente ataviada pasea al lado de unos cisnes. Es una representación muy sui generis del mito, que poco tiene que ver si no la ponemos en contexto.

Leda atómica - Eugenio Salvador Dalí (1949)



El surrealismo también tocó este tema de la mano de el conocido pintor español, Salvador Dalí. Con un fondo mediterráneo y una deconstrucción clásica, Dalí retrata a su esposa y musa, Gala, de forma totalmente etérea, con gran presencia en el centro de la pintura. 

Leda - Dino Valls



Me gusta traer esta ultima visión, más contemporánea, de los años sesenta, que representa el mito de forma aséptica, sin mucha contextualización, captando la historia con unos valores más contemporáneos, exhibiendo así una crítica a la sociedad actual. Un buen ejemplo de como un mito o un arquetipo iconográfico ajeno a nuestra época puede ser utilizado para hablar sobre la misma, otorgándole un significado nuevo.

¡ Y ya está! este ha sido el recorrido iconográfico sobre Leda y el cisne. Espero que os haya gustado mucho y que me digáis si os gustaría ver más entradas de este tipo y que iconografías o historias os gustaría ver en próximas entregas.

¡Un besoooo!

Novela: Expiación - Ian McEwan

martes, 13 de marzo de 2018

En la casa de campos de la familia Tallis, la madre se ha encerrado en su habitación con migrañas, y el señor Tallis está en Londres. Briony, la hija menor de trece años, ha escrito una obra de teatro para su hermano Leon, que vuelve hoy de la universidad. Cecilia, la mayor de los Tallis, también ha vuelto de Cambridge, donde no ha obtenido las altas notas que esperaba. Quién si lo ha hecho es Robbie, el brillante hijo de la criada de los Tallis. En este día de verano, resuenan unas nota disonantes: hay una curiosa tensión entre Cecilia y Robbie; La hermana de la señora Tallis ha enviado a sus hijos a casa de sus tíos, y la imaginativa Briony ve a Cecilia que sale empapada de una fuente, vestida solamente con su ropa interior, mientras Robbie la mira...


Título: Expiación (Atonement)
Autor: Ian McEwan
Año de publicación original: 2001
Editorial: Anagrama (Colección compactos)





Al leer Expiación, por fin me he quitado de encima uno de esos pendientes eternos que ya te da hasta vergüenza repetir. "¿Has leído Expiación? Nooo, es que lo tengo pendiente?

O aún peor

"- ¿Has visto la peli de Expiación? Te va a encantar, salen Keira Knightley y James McAvoy.
 - Uy que va, me tengo que leer el libro antes?


Pues ya está hecho. El otro día, vi Expiación sobresaliendo entre una estantería infinita llena de Compactos Anagrama (sobresalía para mí, porque ya sabéis como son los libros de Anagrama: Compactos. Badam tsss), así que me lo llevé a casa y lo leí.

Expiación es una novela incontestable en todos los sentidos en los que puede serlo. Tiene tres partes y un epílogo.

La primera parte comienza en un día de verano, con los miembros de la familia Tallis en su aristocrática mansión de campo, cada uno pendiente de sus propios asuntos, pero con la vista puesta en la cena formal que tienen a la noche. Los puntos de vista de cada personaje se intercambian entre sí, contando las mismas situaciones desde diferentes ángulos, añadiendo cada narración un significado nuevo a la historia de forma muy sutil.
 
El flujo del pensamiento de los personajes discurre sutilmente y se puede ver como los actos de uno inician acciones en otros. La ejecución de estos hilos es muy sofisticada, y te va guiando, con tensión, hasta el punto álgido del conflicto, algo que, a tenor de lo que van pensando los personajes, cada uno por su cuenta, el lector puede ir percibiendo, se puede leer como cada acto lleva la trama a un punto único e inexorable, aumentando cada vez más la tensión hasta llegar al final de esta primera parte, que se halla narrada con la precisión de un reloj suizo y, para mí, es lo mejor de la novela. 

A ello ayudan las profusas descripciones y la gran cantidad de detalles que Ian McEwan intercala en su prosa exquisita, bajo los ojos de un lector atento y avispado, te dan toda la información que necesitas para completar las lagunas de la historia, creando anticipación en el lector. Ese monólogo interno nos muestra con elegancia el nacimiento del amor entre Cecilia y Robbie, la toma de conciencia de Briony, la pequeña escritora que descubre un mundo de posibilidades al asomar la nariz en el mundo de los adultos a través de la ventana, el fin de la infancia de Lola, la prima invitada de los Tallis, La llegada frívola de Leon, el hermano mayor, y su amigo Paul…



Tras la brutal primera parte, que incluso podría considerarse una novella en sí misma, el ritmo decae un poco cuando seguimos a Robbie a Francia, durante la segunda guerra mundial, con un ritmo que rompe la tensión de la parte anterior. En esta, más pausada, se nos da información acerca de lo que ha ocurrido en el lapso de tiempo transcurrido entre la primera y la segunda parte, pero en pequeñas dosis, mientras que el autor se recrea en el sucio y cruel ambiente bélico, algo que, a mi parecer, no se le da ni la mitad de bien que describir el ambiente aristocrático en el que se mueven personajes usando su libre albedrío. Tal vez, dado el carácter del epílogo de la novela, esto sea algo intencionado, pero lo cierto es que esta parte se me hizo más dura de leer.



No por ello es una parte menos importante: Nos muestra las consecuencias que el primer acto ha tenido en su personaje principal, nos enseña su vida, su ira, su rabia y, sobre todo, sus anhelos, y como ha continuado la relación de Robbie y Cecilia.

Pero tras esto, la historia vuelve y lo hace con Briony, para contarnos su vida que, tras sus actos de la primera parte, también ha cambiado totalmente. Briony intenta expiar sus culpas estudiando enfermería y llevando una vida ordenada y austera, alejada de la familia y sus comodidades. El tercer acto de Briony cierra la historia, dando justicia a las historias de los personajes, poniendo sus finales en las perspectivas y posiciones adecuadas, y estudia las consecuencias de las acciones de todos ellos, la culpa y la psicología de unos personajes magníficamente construidos.

Tras esto, tras un final esperanzador, nos llega un epílogo que nos recuerda quién es el verdadero protagonista de la historia. El epílogo cierra el juego metaliterario que Briony empezó en la primera parte cuando su conciencia despertó a las tramas de los adultos, sintiéndose un demiurgo capaz de llevar su narración a la vida real. La metaliteratura alcanza al mismo título de la obra y a las formas de expiación que podemos leer en ella.



Otro tema que me gustaría tratar es el de la magnífica construcción de personajes. Todos son complejos y muestran la evolución emocional o mental que han seguido, incluso si el narrador no se ha acercado a su punto de vista. La prosa abundante muestra sin dificultad como todos estos personajes han influido uno en la vida de otros, de forma irreparable, cerrándose así una novela sobre la culpabilidad, el arrepentimiento y la consecuencia de nuestros actos. En conclusión, tenemos una maravilla que queda totalmente recomendada.


BONUS TRACK: EXPIACIÓN, JOE WRIGHT (2007)


Añado mi pequeño epílogo a la revisión que he hecho de la novela, porque considero que la película de Joe Wright le hace mucha justicia. Para empezar con unas actuaciones impresionantes (Keira Knightley, James Mcavoy y, sobre todo, Saoirse Ronan como la pequeña Briony), y seguir con una banda sonora estupenda, que juega con el sonido de la máquina de escribir para seguir con el espíritu de la novela, terminando con una dirección que lleva la novela fielmente a la pantalla, recreándose en planos detalle que nos retrotraen a las minuciosas descripciones de Ian McEwan. La película, por supuesto, también está más que recomendada.






UNA OBRA DE ARTE PARA ESTE LIBRO

LA VERDAD SALIENDO DE SU POZO - JEAN-LÉON GÉRÔME (1896)

Película - Lady Bird

viernes, 9 de marzo de 2018


Una joven estudiante que se hace llamar Lady Bird se muda al norte de california para pasar allí su último año de instituto. La joven, con inclinaciones artísticas y que sueña con vivir en la Costa Este, tratará de ese modo de encontrar su propio camino y definirse fuera de la sombra protectora de su madre.


Dirección: Greta Gerwig
Guión: Greta Gerwig
Fotografía: Sam Levy
Año: 2017
Género: Comedia dramática/ Cine adolescente




Lady Bird ha sido una de las películas que más ha llamado la atención en la carrera por los Oscars 2018. A pesar de su indudable tono indie y de las voces que se han alzado para clasificarla como "Una película que no es de Oscar", es innegable que estamos ante una obra notable que cuenta de manera sutil una historia universal.


Y digo universal porque yo, a título personal, sin haber vivido una adolescencia ni en el mismo sitio ni en los mismos años que Christine "Lady Bird" McPherson, vi en la pantalla del cine una historia que me había pasado a mi.

Antes de hablar más a fondo sobre ello me gustaría destacar las virtudes objetivas de la película. Una ambientación preciosa que atrapa al espectador, unas actuaciones sobresalientes, que destacan por su naturalidad orgánica, y una dirección sencilla y sutil en cuanto a alardes técnicos, pero efectiva en cuanto a pulso narrativo, con escenas episódicas que mantienen el ritmo de la película, y una dirección de actores que saca el máximo jugo posible a todos los personajes, por secundarios que sean.


Los personajes son otras de las virtudes de este guión, por sus pequeñas contradicciones totalmente humanas, y porque cada uno tiene su pequeño conflicto y despiertan empatía de formas diferentes. El padre bonachón, la madre generosa que al mismo tiempo intenta retener a su hija, y por último Lady Bird, esa adolescente pretenciosa que quiere sobresalir y encajar al mismo tiempo y que lucha por sus aspiraciones con esa fuerza que le da la angustia vital de encontrarse a si misma.

Porque la historia de Lady Bird es la mía. Lady Bird se busca a si misma otorgándose otro nombre para romper con unas raíces que considera demasiado insignificantes y para nada acordes con sus pretensiones. Lady Bird salta sin miedo a todas las experiencias de la adolescencia y tiene el temperamento de quién se cree el centro del mundo. Esta completa falta de inhibición es lo que la hace también un personaje vulnerable que evoluciona hacia una incipiente madurez hacía el final de la película.

Porque esta historia también trata de como, a base de intentar romper con nuestros orígenes, volvemos a ellos en cuanto nos separamos, porque tu lugar de origen, tu familia, las tradiciones y cultura que te han inculcado, forman parte de ti, de esa persona en la que te vas a convertir. Y eso es una historia universal que a pesar de la ausencia de gran drama o tragedia, marca a cualquier persona y, pese a su sencillez y cotidianedad, es totalmente digna de ser contada.
También es importante que la historia de Lady Bird este bajo el visor femenino. La historia del hombre desconcertado buscándose a si mismo, siendo un capullo y reconociendo sus errores ya la hemos visto mil veces en peliculas de John Cusack. Esta narrativa se hace bajo una nueva luz.

El conflicto de Lady Bird no es el único que destaca. Su hermano también se ve varado en una comunidad demasiado tradicional sin encontrar oportunidades de futuro. Julie, la dulce mejor amiga, lucha contra sus propios complejos y su propia búsqueda existencial. El novio también pasa de ser un mero estereotipo a una persona con una lucha interior tan apasionante como la de la protagonista. No hay ni un solo personaje plano o carente de dignidad humana

Por todo esto, por un retrato generacional, pero también un coming-on-age fácilmente accesible por cualquier joven nacido desde finales del siglo XX, Lady Bird resulta una película encantadora, necesaria y tremendamente emotiva. Sin duda, una película que revisionaré más de una vez en el futuro. Os queda recomendada.


 
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