Tenía ganas desde hacía tiempo de leer esta novela, que ganó el
premio Pulitzer de ficción en 2015. Me atraía la sinopsis, que hablaba de dos personajes muy diferentes y de una parte de la
Segunda Guerra Mundial con la que nunca me había topado en ninguna novela.
La novela empieza en el momento culminante de la historia: El asedio de la ciudad bretona de
Saint-Malo en
agosto de 1944 por parte de las fuerzas estadounidenses para liberarlas del dominio nazi. En puntos diferentes de la ciudad encontramos a
Marie-Laure y a
Werner, dos jóvenes que viven el asedio en lados opuestos del conflicto.
Marie-Laure es una chica
parisina que vive con su padre, el cerrajero del
Museo de Historia Natural. Marie-Laure se ha quedado ciega y su padre, sus maquetas y el museo componen un entorno en el que se siente feliz y segura. Por su parte,
Werner es un chico
alemán, huérfano, que, junto a su hermana
Jutta, aprende de forma autodidacta los entresijos de los
sistemas de radio, aprendiendo cosas y fascinándose por un programa de radio francés hecho especialmente para niños.
Cuando la Segunda Guerra Mundial estalla, ambos personajes se mueven y trasladan debido a las circunstancias: Marie-Laure tiene que huir con su padre a Saint-Malo, a la casa de su
tío abuelo Etienne. El padre de Marie-Laure lleva consigo una
piedra que puede ser uno de los mayores tesoros del museo y su objetivo es protegerla. Por su parte, Werner, para escapar de su destino de pobreza trabajando en las minas ha acabado en
un centro que forma a niños para llevarlos a las
filas del ejército Nazi.

Por tanto ambos personajes se verán arrastrados por el curso de la guerra y las vidas de ambos pasaran por duras
pruebas,
pérdidas importantes y situaciones traumáticas. Pese a ello, ambos mantienen durante toda la novela su personalidad, su entereza y la actitud propia de
dos seres inocentes a pesar de la desagradable situación que se les ha impuesto. Mientras Werner se ve arrastrado al campo de batalla, haciendo lo que se le da mejor, que es trabajar con equipos de radio, ve las actitudes de sus compañeros,
sufre el desgaste de toda esa crueldad, y todo ello no se le va de la cabeza, mientras se muere de nostalgia por la infancia que pasó junto a su hermana y
Frau Helena, la monja que los cuidaba en el orfanato. Por su parte, Marie-Laure también añora. Echa de menos su vida en París, el museo, los juegos y los libros que le regalaba su padre... y a su padre mismo, que, con el objetivo de proteger la piedra preciosa que le encargan, se separa del lado de Marie-Laure. De mientras la niña vivirá la sibilina
resistencia que la ciudad de Saint-Malo lleva a cabo frente a la invasión alemana. Y este elemento, la
nostalgia, envolverá a la historia de una triste dulzura, una melancolía que no dejará que los protagonistas se desprendan de su niñez.
La narración de la vida de estos dos personajes correrá
paralela, y veremos como crecen, cambian y van madurando, además de descubrir ciertas
conexiones entre ambos personajes, lo cual hace que aumenten en el lector las ganas de que se encuentren finalmente. Los capítulos en pasado se alternan con el presente de los personajes, donde el asedio a Saint-Malo los sitúa en la misma ciudad y los va acercando poco a poco. Me gusta esta narración, porque no hace la novela pesada. Creo que de haber sido una historia lineal, se hubiese hecho larga y monótona. Así se hace dinámica, siempre te quedas con ganas de saber que pasa tanto en el asedio como en los momentos anteriores de las vidas de Werner y Marie-Laure.

Y por otro lado tenemos a
Von Rumpel, un especialista en piedras preciosas, perteneciente al partido nazi, que va por toda Europa recolectando joyas para la colección que pretende hacer su Fhürer de todos los tesoros del mundo. Oye hablar de
El mar de llamas, una piedra que maldice al que la porta, haciendo que viva para siempre pero le ocurran desgracias a todos sus seres queridos. Von Rumpel, enfermo, se obsesiona con la piedra, y va buscándola por toda Europa,
estrechando el cerco cada vez más. ¿Adivináis cual es la piedra que tenía que proteger el padre de Marie-Laure? Exacto.
El elemento de la búsqueda y protección de la piedra, la fascinación de Werner por la radio, los descubrimientos y las preguntas sobre el mundo, que siempre han despertado su curiosidad, y el amor de Marie-Laure por su libro en braille,
Veinte mil leguas de viaje submarino, combinado con la inocencia que, pese a las situaciones que viven y los errores que se ven arrastrados a cometer, mantienen ambos protagonistas, otorgan a esta historia
un carácter muy diferente al resto de novelas basadas en la Segunda Guerra Mundial. Y es que tiene el toque mágico de los gustos infantiles, de las
aventuras épicas en busca de tesoros, pero todo ello en medio de una guerra, de un ambiente totalmente hostil, en el que incluso tendrán que enfrentarse al hecho de haberse convertido en algo diferente. Un
final apoteósico pondrá todo esto de manifiesto, llevándonos, con los personajes, a unas escenas preciosas y al mismo tiempo dolorosas, que encajan perfectamente con el tono
agridulce que la novela tiene a mi parecer.
En conclusión, me ha parecido una novela
completísima,
tierna y original, en cuanto a la época en la que se ambienta, con historias secundarias que dan profundidad a toda la trama principal, y que se me ha quedado grabada. Está recomendada sin género de duda.
UNA OBRA DE ARTE PARA ESTE LIBRO
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ANCIENT SLEEP - ANNA MADIA - ÓLEO - 2014 |